lunes, 10 de junio de 2013

Dislexia y déficit visual, ¿Causa o consecuencia?

La visión y la dislexia no están relacionadas |


Un nuevo estudio con imágenes cerebrales parece descartar una causa posible de la dislexia, ya que halló que los problemas de visión no provocan dicho trastorno habitual de la lectura.
La nueva investigación podría tener consecuencias de una amplia variedad en la detección y el tratamiento de la dislexia, afirmó la autora principal del estudio, Guinevere Eden, directora del Centro de Estudios del Aprendizaje del Centro Médico de la Universidad de Georgetown. El estudio aparece el 6 de junio en la revista Neuron.
"Tiene importancia desde un punto de vista práctico. Significa que no se debería centrar la atención en el sistema visual para el diagnóstico o el tratamiento de la dislexia", explicó Eden. "Hasta ahora, todavía quedaba la duda por la que algunas personas decían: 'sé que es discutible, pero sigo pensando que la visión contribuye en el problema de lectura de esos niños'. Ahora disponemos de un hallazgo que realmente lleva a una comprensión de que la función del sistema visual no debería jugar un papel en el diagnóstico o el tratamiento".
Las personas con dislexia se esfuerzan por aprender a leer de forma fluida y precisa. La dislexia podría afectar a más de una de cada diez personas en Estados Unidos y se trata del problema de aprendizaje más común del país, según la información de respaldo con la que contó el estudio.
Los estudios anteriores de imágenes cerebrales hallaron que las personas con dislexia experimentan una debilidad sutil al procesar los estímulos visuales en comparación con las personas de su misma edad, lo que llevó a algunos a preguntarse si la disfunción visual provoca la dislexia al entorpecer la capacidad de leer de un niño.
Pero el estudio halló que los problemas visuales observados en las personas con dislexia probablemente son el resultado del trastorno de aprendizaje más que la causa, indicó Eden.
Al descartar el centro visual como responsable, el nuevo estudio ofrece más respaldo a la teoría ya popular de que la dislexia se produce a consecuencia de la debilidad en la parte del cerebro que se encarga del lenguaje, explicó.
Los investigadores usaron IRM funcionales para comparar los cerebros de niños con dislexia con el de niños que no tienen ese trastorno de aprendizaje.
Los niños que no tenían dislexia parecían tener el mismo nivel de actividad de procesamiento visual que los disléxicos, al emparejarse por el nivel de lectura en lugar de por la edad, descubrieron.
Además, los niños con dislexia que recibieron tutorías intensivas sobre habilidades de lectura experimentaron una mejora en la actividad del sistema visual.
"Cuando pedimos a los niños que aprendan a leer, les estamos pidiendo que hagan algo muy difícil. Aprender a leer modifica el cerebro", afirmó Eden. "Si uno tiene dificultades para leer porque tiene dislexia, no se tienen las mismas oportunidades de leer que los otros niños de la clase, de manera que el cerebro no tiene la oportunidad de cambiar tanto. El déficit visual existe, pero nuestro estudio nos permite concluir que es una consecuencia de no tener la misma oportunidad de leer que los niños sin dislexia".
El nuevo documento representa un paso clave en el campo, ya que reduce las causas potenciales de dislexia y contribuye a conformar la detección y el tratamiento futuros, afirmó Laurie Cutting, profesora asociada de educación especial, psicología y radiología del Colegio de Educación y Desarrollo Humano Peabody de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee.
"Se ha hablado de los problemas visuales o la participación del procesamiento visual durante mucho tiempo en relación con la dislexia, pero también de los problemas de lenguaje", comentó Cutting. "Este trabajo empieza a reconciliar las razones por las que estos dos tipos de hallazgos existen, y proporciona algunas pistas para la futura investigación de los mecanismos causales".
Cutting afirmó que la investigación futura debería centrarse en replicar estos hallazgos y en proporcionar una explicación más amplia de la interacción entre el centro visual y el lingüístico del cerebro.
"Todavía queda por saber la razón por la que esto es una consecuencia de la dislexia", comentó Cutting sobre las dificultades visuales.
Eden indicó que el nuevo estudio también puede aplicarse de forma más amplia a otros trastornos en los que se han percibido diferencias en la actividad cerebral.
"Siempre tenemos este problema de la gallina y el huevo", comentó. "Cuando vemos un diferencia en un escáner cerebral, decimos: '¿fue esto lo que originó y causó el problema o es el producto final de un problema ya existente?'. En este caso, hay que tener en cuenta que solo se ha estado enseñando de forma activa a leer a los niños en los últimos 100 años. Se pide al cerebro que haga algo para lo que no estaba diseñado, y tener que hacerlo lleva a todo tipo de cambios en el cerebro".
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